El Meloncillo y el hombre

El meloncillo es una especie protegida en toda Andalucía por la Ley de la Flora y Fauna Silvestres 8/2003, que establece en su artículo 7.2 la prohibición expresa de “… dar muerte, capturar en vivo, dañar, perseguir, molestar o inquietar intencionadamente a los animales silvestres sea cual fuere el método empleado…”. En un primer momento, se catalogó como “De interés especial” en el anexo IV de la Ley 42/2007 del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, aunque finalmente no fue incluida en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas del R.D. 139/2011, por lo que actualmente es la Ley 8/2003 la que protege a esta especie en esta comunidad.

Se trata de un mesocarnívoro oportunista que ocupa un nicho ecológico como depredador de algunas especies y presa de otras. Sus hábitos mayormente diurnos favorecen enormemente el contacto con las actividades humanas, motivo por el cual en el mundo rural suele verse con mayor frecuencia que otros carnívoros similares de más difícil detección, pero igualmente presentes. Las principales causas de muerte no natural de los meloncillos suelen ser los atropellos, veneno/trampas, caza ilegal y la depredación por parte de otras especies.

Meloncillos y caza

La dieta del meloncillo consiste por una parte en una gran cantidad de invertebrados y vertebrados de pequeño tamaño, entre los que están algunas de caza menor como conejos y perdices, especialmente, los ejemplares inmaduros y nidadas. Al tratarse de una especie con capacidad de adaptarse a los recursos alimenticios que encuentre en su entorno, consumen en mayor cantidad aquellos alimentos de fácil acceso, no estando su distribución limitada por la presencia de presas concretas.

Meloncillos y ganadería

Por otro lado, los meloncillos parecen mostrar una especial facilidad para detectar y consumir carroñas. Esto unido a sus hábitos diurnos favorece que en numerosas ocasiones puedan ser vistos merodeando y alimentándose de ganado muerto. Sin embargo, ni su anatomía ni su comportamiento están diseñados para cazar y matar animales de mayor tamaño que un ave de corral, por lo que las bajas que suelen causar en especies domésticas se producen en conejos y aves, aunque no podría descartarse algún ataque a recien nacidos abandonados y débiles de ganado ovino, caprino o porcino.

Texto Javier Vazquez

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